Senderismo junto al glaciar
Skaftafell Travel Blog
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Cerca del parque de Skaftafell nos encontramos con una aldeita muy mona, de la que rescatamos un par de fotos, una iglesia cubierta de hierba, al estilo noruego, y un adorno de jardín con casitas típicas. Un detalle cuco para reponernos de tanta foto salvaje.
El parque nacional de Skaftafell es un camping gigantesco con un aparcamiento no menos grande. Tenían una zona común con duchas, baños y comedores de madera, y una bonita tienda para comprar souvenirs. También te daban información sobre las rutas de senderismo, muchas de las cuales empiezan en el propio camping. Como te cobraban por un mapa bastante sucinto, decidimos ir por nuestra cuenta y no nos costó mucho encontrar el inicio del recorrido.
Escogimos una de las rutas “cortas”: una subida relativamente pronunciada hasta el Sjönarnipa, un promontorio elevado por encima de la lengua glaciar Skaftafellsjökull, girar 90º para ver la catarata Svartifoss y otro giro de 90º para regresar al camping.
El inicio de la ruta es a través de una especie de bosquecillo, subiendo en paralelo al camping. La subida es pronunciada, pero facilitada por unos escalones de madera que han instalado. Uno de los escasos bosques de Islandia te resguardan del viento de la zona. Mientras subíamos nos cruzamos con un equipo de jóvenes que estaban instalando los escalones de madera que veíamos, cavando la tierra con azadas y colocando los tablones a mano. Parecían extranjeros y nos acordamos de una española que conocimos en el transbordo de Londres. Ella viajaba a la india, pero su hermano estaba en Islandia, pasando el verano en un campamento de trabajo. Si eran estas las actividades que hacían era para pensárselo, porque tenían pinta de llevar trabajando toda la mañana y estaban exhaustos.
Después de una media hora llegamos al claro, y no pude evitar sentirme un poco como un personaje de El Señor de los Anillos.
A partir de aquí, el viento glaciar apareció y se hizo más fuerte a medida que avanzamos. Un buen gorro y ropa cortavientos es imprescindible para no pasar frío. Seguimos subiendo, esta vez por un camino llano de montaña, cruzándonos con grupos de turistas. Al llegar a lo alto del promontorio, el viento se hizo insoportable. Costaba dar un solo paso. La fuerza era tal que a veces tenías que pararte, incluso agachado, para esperar a que aflojara un poco. Pero habíamos llegado. Un sencillo poste nos indicaba que estábamos en Sjénarnipa, por encima del glaciar.
Tras las fotos, giramos un poco y continuamos andando.
Otra de las sorpresas de Islandia, donde el paisaje puede cambiar en segundos, como diseñado por un tiralíneas. Nada más cruzar el paso elevado de piedras, una llanura verde de hierba y musgo. Al fondo, otra lengua del glaciar, el Skeidararjökull. El viento ha desaparecido completamente, y el camino se transforma en una suave pendiente de bajada.
El camino es en esta parte es un paseo sencillo y apacible, con vegetación y turistas con niños pequeños.
Aquí probamos por primera vez el agua de glaciar, llenando una botella directamente del río del Svartifoss. Es lo bueno de tener un glaciar a mano, que no encontrarás agua más pura en ninguna otra parte.
Volvimos por un camino suave hasta el camping, con las montañas a nuestra espalda. Salimos por el mismo sitio de inicio, terminando un recorrido circular con un buen bocata de jamón en el merendero del camping.
